lunes, 16 de junio de 2014

La felicidad que te necesita

Hoy lunes me pasa que no alcanzo tu mano. Debe ser por eso que el día está diferente. No puedo tocar tu mano, siento como si los ojos se inundaran entre los amargos medicamentos que te rescatan. Uno siempre se siente inútil con el silencio ajeno. Pienso que tal vez ahora te estés yendo hasta esa sala de la noche para reclamarle tus besos, y seguro mientras duermas aprovecharás para sonreír. Pero hoy no sé, no encuentro espacio para llegar a ti, ni palabras ni pretexto porque te extraña la felicidad. Deben ser las reglas del tiempo. No lo sé. Nos separa apenas un cuadro, la ventana abierta, la acera de enfrente; el tiempo. Qué difícil es estar bien y tú al otro lado con los calmantes. Pero pasará que la noche durará poco. Vas a ver. Vendrá luego el día en su mejor traje con tu rostro y las flores y el amanecer nuevo y tus besos y una canción. Estarás bien porque tú siempre estás bien cuando están bien todos, porque estás en armonía con el amor, y porque ese amor que albergas ya no es solo tuyo, lo que quiere decir que la felicidad te necesita.



EQM









miércoles, 11 de junio de 2014

Los colores que te pertenecen

Hoy es una mañana diferente. Afuera llueve y las veredas están mojadas. Pasaba lo mismo cuando estabas en el mezanine de Benavides y cuando caminábamos por la avenida Pardo. Lo recuerdo bien y eso nunca nos importó.  Tu sonrisa siempre fue todo eso que iluminaba. 
¿Recuerdas los edificios de San Felipe? 
En realidad hubiera querido encontrarte de otra forma. No sé. Caminando de pronto por la calle, cruzando el parque un día de semana, a la salida del museo; tal vez mientras preguntaba por un libro en la feria. Nadie sabe si aquello era posible, y es mejor que sea así. Mientras tú cerrabas la puerta de tu casa de día, yo bajaba las escaleras de una estación muy temprano, cada uno en distintos lugares, quién sabe a qué distancia y en cualquier lugar. 
Y si hubiera existido esa coincidencia por el azar, seguramente nos hubiéramos detenido a contemplar con velocidad los recuerdos de aquellos años. Un hola, un abrazo, el saludo y los buenos deseos que siempre están. 
Y eso hubiera sido un regalo. 
Pero debes saber que siempre fuiste esa chispa que encendía otra y que terminaba con algo escrito. Lo acabo de probar. Tal vez por eso volví a caminar, muchas veces por debajo de esos edificios. Me sentaba a vernos. Siempre fue la brújula, la nostalgia en continua búsqueda. 
Eso nos pasa a algunos.  
¿Recuerdas la vez en Miraflores que fuimos de casualidad a la iglesia y de pronto hubo una alusión que nos sorprendió a la entrada? Ese día le pregunté al padre si me podía traducir una frase de Borges en latín. Creo que el cura no nos vio con buenos ojos. Nos divertimos tanto que no paramos de reír. 
¿Sabes? Son tantas cosas gratas que se mueven por encima esta mañana. Se mueven y forman una gama de infinitas fotografías que aparecen para envolver y donde uno es capaz de extraviarse. Nada es tan maravilloso como encerrarse en el telón de una historia. Repaso cada una de ellas como en un baúl. No quiero salir. Pero no se trata del escriba que teje estas circunstancias sino de ti. 
Esa es la verdad. 
Hay algo extraño en el fondo de tu nombre que es como un abrazo, una fogata, como la paz. El infinito, una canción de Streisand. Entonces cómo no recostarse y meterse en la rueda del laberinto. Hay muchos de esos laberintos que pronto tendrán color. Muchos de esos colores son tuyos y es bueno decir que te pertenecen. Por eso siempre está el anaranjado de una antigua tarjeta de puntos, está la satisfacción de saber que estás, que existes, no importa dónde, no importa si reflejada en el vidrio de una galería o abriendo la puerta de tu casa para salir a un día nuevo. 
La vida es sabia; interrumpe  las cosas por algo. Todo en ti está lleno de amor. Tú eres ese instante de creación que se mueve en la memoria, el amanecer tibio, la mañana diferente a pesar de la lluvia. Todos los colores te pertenecen. Contigo están los nuevos sonidos, la oruga que se mueve, tu sonrisa que todo lo ilumina, el niño que acaba de nacer. 


EQM