viernes, 7 de octubre de 2016

A veces me pierdo

Se extraviaron los renglones, se perdieron, se fueron como la tarde. En el abandono de buscar la maravilla, esta noche se fueron, rebuscando las nubes y arañando el silencio, y la súplica infeliz, la carcajada que se calla, y muere al fin. Lo sé; a veces es una excusa. Tú sabes que miento, que me pierdo cuando miento, y tu nombre allá afuera, dulce, esperando transparente y colgando lunas, rebuscando en la ausencia. La vela está encendida de nostalgia, arriba la luz y aquí el ruido sigue siendo el ruido de ti, de nosotros, del infinito de las voces que no se entienden... y amar, sí, amarte como te amo, hoy, buscarte en cada coma, cantarte en cada sueño, comprarte, si pudiera en cada abrazo. Oh sendero infinito de estrellas, el amor que está nos llama, y está dando vueltas sobre la noche, nos llama hermosa como el silencio, modesta como las flores. Sin embargo a veces, no sé, me pierdo en la tarde urgente que envuelve, en la absurda melancolía del misterio y la porfía inútil que el insecto saborea.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Y el hombre despertó

Y el hombre despertó, abrió los ojos, se dio cuenta; despertó. Nunca más se distrajo; descubrió el amor. Despierto escribió recién las letras de su nombre, buscó el espejo, comprendió. El ser de amor que llevaba dentro decidió nacer: aprendió. Cantó agradecido su canción: "manto infinito de las estrellas, bendita noche que nos abrazas, soledad que celebro, refugio que contesta, oración que dice gracias". Entonces abrió los ojos, ocurrió, el hombre fue mejor. Nunca más se distrajo, descubrió el amorDesde entonces aprendió a decidir, decidió en el corazón. Mayor y menor abrazó a sus hermanos, elevó a su semejante, eligió el mejor tiempo y caminó, su único destino, fuerza universal, energía que nos une, perfume de lluvia sobre la tierra, arbusto fresco, estación de sol que abraza y entiende, ahora el hombre que despertó.



sábado, 16 de julio de 2016

Invisible juego

Casualidad; no lo sé. Pasa que somos formas diferentes de existir. Aquí en alguna parte tú. Al final de la calle, por entre la lluvia, cruzando el parque. Puedes estar de nuevo rebuscando mi desorden, entre párrafos inútiles la razón, esa inexistente razón que se obsesiona en el vacío, o puedes aparecer así en el aroma, en el sonido de la noche que alguien canta para nadie. Nos dejamos llevar, nos metemos de nuevo a la primera vez, con la fragancia del olvido presuroso y el amanecer que calla. Muy pronto o muy tarde, somos cómplices. Nos callamos la calma que se rompe, gritamos el silencio entre mil voces, mil espejos sin calma y sin tiempo; feliz el laberinto, obsesión y encanto. Abandonados en la inhóspita memoria que recreas, firmamento y estrellas, tus ojos son los míos y tú, de nuevo tú, al voltear la calle y respirar en solitario la mañana tibia del invierno, tú entre la lluvia o el parque. De pronto una palabra nueva, aquí dando vueltas tú, revolotean hojarascas, cerca, muy cerca, es un juego, abrazados en el ventarrón, invisible juego, maravilloso juego tu naturaleza.